Infierno a rayas

Por: Begoña Ibarra

 

“Testimonio” fue la columna que Begoña Ibarra publicó en La Prensa hasta 1976. Suprimida, dejó de aparecer y hoy vuelve: siempre ágil y tremendamente real.

 

El cuarto de Nelly daba hacia la ca­lle y por la ventana entreabierta oía cómo el viento batía el sauce. “En este barrio hay más árboles que en el otro. Qué suerte que nos mudamos a Jesús María”, pensó. Qué suerte, siguió pen­sando, porque Tere y Rosa María son tan buena gente, claro que Tere es mi mejor amiga y la Rosi está un poco celosa por lo del Tito y en la fiesta del sábado fijo que me cae, fijo, eso dice Tere, que yo le gusto y que ya los otros lo saben y por eso seguramente hoy para ir a la bodega me silbaban y le decían uy Tito y qué suerte que ya estamos miércoles y que ya no falta nada para el sábado pero ojalá que mi abuelita se mejore y que regrese mi mamá porque si no le tendré que pedir permiso a mi padrastro y capaz ni me lo quiere dar ay viejo antipático pero que Tito qué churro es y cuando lo chapo mirándome me sube una cosa bien rica por la barriga y Tere dice que su her­mana dice que eso es amor pero mejor que regrese mi mamá porque el tío Héctor está con que a dónde va esa chica y que si la chica sale mucho Ro­salía y me mira como si no sé qué cosa pero tengo el vestido rosado y esos za­patos de medio taco que me compró mi mamá y la Tere tiene un poco de colorete que le robó a su hermana y qué hago si Tito se me declara y Tere dice que una tiene que hacerse de ro­gar pero y si Tito…

La luz del farol de la calle iluminó las rayas de la piyama del tío Héctor. Azules y blancas, azules y blancas. Ne­lly sintió frío. Se tapó mucho apretan­do con fuerza. El tío Héctor la desta­pó. El viento de Jesús María se llevó los catorce años de Nelly y su grito ahogado.

 

“Sí, catorce años tenía y recuerdo mi ilusión por esa fiesta como si fuera hoy… no, no fui. Mi mamá no regresó de donde mi abuelita y el tío Héctor no me dejó ir… Siguió viniendo con sus rayas azules y blancas… todas las noches… hasta que mi abuelita se sa­nó. Yo qué le iba a decir nada a mi mamá… estaba aterrada… me sentía tan sucia… él me amenazaba con de­cirle a mi mamá que yo estaba enreda­da con ese mococito que te espera en la esquina, y entonces vamos a tener que hablarle a él y a sus padres y ten­dríamos que llevarte al doctor para ver si te ha hecho algo ¿eso te gustaría? me decía todas las noches. … yo me quería morir… ya no salía ni a la ca­lle… estaba segura de que se me nota­ba en la cara… no me atrevía a estar con Tere ni con las otras… ya ni estu­diaba y yo era buena alumna… y mi mamá ¿pero qué le pasa a esta chica?, ¿pero qué le pasa?… y el tío Héctor mirándome y yo aterrada de que mi mamá se tuviera que ir de nuevo donde mi abuelita. Finalmente me puse tan mal que mi mamá decidió a pesar de todo lo que el tío dijo que mejor me fuera una temporada a Trujillo con mi abuelita…

Ahí fue todo mejor… volví a es­tudiar y tuve amigas y muchachos que me enamoraban… pero yo ya no que­ría saber nada de ellos… me moría de miedo… cómo es una de tonta de chi­quilla ¿no?… yo creía que si me besaban iban a saberlo todo… Sola­mente cuando para la Pascua y las va­caciones de mi tío venían mi mamá y él es que a mí se me venía todo enci­ma… yo creo que mi abuelita se sos­pechaba algo porque nunca dejó que me trajeran a Lima, no, no decía, dejen a la chica conmigo. Cuando yo iba a cumplir dieciocho años se murió…Tuve que regresar.

Fue horrible… al tío se le iban las manos, todo el día trataba de toparse conmigo, de tocarme… Yo creo que mi mamá va estaba dándose cuenta de algo porque me gritaba… con ese es­cote andas provocando hombres… con esa falda qué andas buscando… Un día, en el barrio, conocí a un muchacho… me gustó… nos enamo­ramos… una historia como todas… quedé embarazada y él corrió… al día siguiente de decírselo se fue a Arequipa, tenía familia, era de allá… ¿cómo no te dijo Pepe que se iba a Arequipa? me preguntaron los del ba­rrio y yo queriéndome morir…

Mi casa fue un infierno… Puta me gritaban todo el día, eres una puta, nos has desgraciado… El tío Héctor me cacheteó, hay que hacerla abortar Ro­salía, dijo… yo conozco un médi­co… Esa noche me fui, dormí en casa de mi tía, pero al día siguiente me dijo que yo era mal ejemplo para sus hijas y que en su familia no se veían cosas así y que lo sentía mucho pero… Yo no tenía ni media terminada… conseguí un trabajo en una zapatería y me mu­dé a una pensión… Del trabajo me despidieron cuando se dieron cuenta de que estaba embarazada… Di a luz en la Maternidad, con otras dos en la misma cama. Después no tenía quien cuidara del bebe… Quise trabajar de empleada doméstica pero en todas partes era con hijo no, con hijo no… Mi bebe se me estaba muriendo de hambre… Fui a buscar a mi mamá… Me botó… Qué se va a hacer…

Tenía veinte años cuando empecé a trabajar en un prostíbulo… Sí, siem­pre aquí en el Callao… En los corra­lones como les dicen… Ahora tengo treinta y cinco. Mi hijo ya tiene quince años y el próximo año termina el cole­gio… Es un buen muchacho… Cari­ñoso, bueno. Aquí a veces se gana bien, a veces mal… Depende de la suerte… a veces hacemos hasta veinte turnos… eso es suerte… Pero es un trabajo duro, acaba con uno… Míra­me, qué voy a parecer de 35 años y yo era una muchacha bien agraciada, para qué… Duro y desgraciado es el traba­jo… te tratan de una forma tan degra­dante, tan baja… te ensucian tanto… a veces te pegan… otros te piden co­sas tan viciosas… algunos son buenos, tímidos… son pocos… pero hay unos con unos olores que tú sientes que estás pagando por tus pecados… Dios mío cómo apestan…

¿Qué siento cuando estoy aquí pa­ra recibir a un hombre? ¿Sabes qué siento aquí echada? Veo venir a mi tío con su piyama de rayas azules y blancas, azules y blancas. Ay Dios mío cómo es la vida… Azules y blancas como las de este colchón…

 

(Testimonio recogido por esta perio­dista en el prostíbulo Mi Jardín)

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